domingo, 27 de marzo de 2016

Última semana de marzo. Perro come perro






Lunes 21 de marzo de 2016
Debería averiguar en qué consiste exactamente la dichosa Lanzadera Financiera, a la que de vez en cuando el presidente Vicente saca 
(también) en procesión. Pero me da muchísima pereza.






Martes 22 de marzo de 2016
En León (por ejemplo) hemos conseguido que la Universidad sea célebre por su botellones, la ciudad famosa por sus crímenes y sus monumentos, conocidos por custodiar las más disparatadas y patrañescas reliquias (disculpen este último pleonasmo). Nos hemos convertido en un parque temático del anacronismo con una inconsciencia medieval que, cuando no da terror, la verdad es que resulta hilarante.





Miércoles 23 de marzo de 2016
En España la Iglesia no paga impuestos. 
En España la Iglesia da doctrina a los chavales con dinero público. En España la Iglesia puede registrar propiedades a su nombre arbitrariamente. En España la Iglesia utiliza el pequeño truco de que cuando algo de su gigantesco patrimonio se cae, se lo levantamos nosotros. Otra vez. Siempre que se visita un monumento eclesial (casi todos lo son) le cuentan a uno cómo fueron despojados de sus tesoros por los moros, Napoleón o Mendizábal. No cuentan nunca que luego todas esas riquezas fueron repuestas y aumentadas. Que lo están siendo ahora mismo. 





Jueves 24 de marzo de 2016
Una viñeta denunciando la hipocresía o la pompa e ínfula de los desfiles procesionales. Oh, oh.



Viernes 25 de marzo de 2016
Y otra viñeta, así, ligera, sobre los disfraces y el porrompompón y tal. Ja, ja, ja. Qué hartura, oiga.






Domingo 27 de marzo de 2016
Fue una humorada sensacional; de los tiempos en que estas gracias te podían costar (y te costaban) la cárcel. En los años cincuenta cuatro fulanos de León, absurdos, brillantes y hambrientos, hartos del ramplón y revenido ambiente (
que todavía continúa) de estas santas fechas, se inventaron un culto paralelo, revistiendo a un pintoresco personaje de la ciudad con todas las cualidades de un dios. Esto ha derivado, con los años, en un enorme botellón tan rancio como las procesiones tradicionales.